un cielo celeste como sus ojos, donde pueda perder mi mirada,
hierba verde y fresca donde podamos recostarnos a contemplarlo,
un sol ténue, que acaricie su cara y la llene de dulces y cálidos besos,
una brisa serena, que le recuerde que en el aire mismo está nuestro amor.
Deseo también,
que me busque cuando esté triste y agobiado,
que acuda a mí para encontrar una sonrisa y reflejarse,
que se pierda en mi mirada y advierta cuánto lo quiero,
que descanse en mi pecho, y duerma en paz.
Y como deben ser tres, deseo por último,
que nada lo derribe, que nadie lo destruya,
que las tempestades no sacudan su alma,
que se yerga como Roble fuerte y duro,
y que jamás, pero jamás prescinda de mi.
3 de octubre de 2009
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